Costillas de cabrito rebozadas
Algunos platos evocan recuerdos a la memoria, a menudo relacionados con la infancia. Tan sólo nombrarlos, verlos o, sencillamente, olerlos son capaces de hacernos revivir situaciones y transportarnos al momento en otra época. Probablemente cada uno tiene unos platos concretos que le traen estos recuerdos y eran característicos de su ambiente familiar. Algunas de estas preparaciones eran tan propias de su entorno que difícilmente se repetían en otros. Sin embargo, es curioso ver cómo ciertos platos comparten esta capacidad por encima de otros.
Las costillas de cabrito rebozadas quizás son uno de estos platos de la memoria colectiva. Una carne tierna y fina, sabrosa, que una vez rebozada y frita se convierte en un manjar memorable. Cuesta imaginársela preparada de otro modo, pues correríamos el riesgo de dañar la exigua carne aferrada a unos huesos tan pequeños. La fritura breve a fuego intenso la protege de una cocción excesiva y abrasiva y, porque no decirlo, le aporta unos sabores tostados que la complementan. Una combinación, junto con la textura crujiente, que maravilla a grandes y pequeños. Y, seguro, deja una huella persistente en la memoria que no se borra con el paso de los años.
Ingredientes para 2 personas
8 costillas de cabrito
Harina
1 huevo
Pan rallado
Sal
Pimienta negra
Aceite de oliva virgen extra
Preparación de las costillas de cabrito rebozadas
- En un plato hondo, batir el huevo, en un plato plano poner harina y en otro, pan rallado.
- Salpimentar las costillas de cabrito.
- Enharinar primero las costillas de cabrito, pasarlas luego por el huevo batido y finalmente rebozarlas bien con el pan rallado.
- Freír por inmersión en abundante aceite de oliva las costillas de cabrito rebozadas hasta que adquieran un color dorado y las veamos crujientes.
- Reservar las costillas de cabrito rebozadas sobre papel absorbente para eliminar el exceso de aceite.
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