Crema de cacahuete
El gusto y el olfato tienen la habilidad especial de transportarnos en un santiamén al pasado. Es curioso como nuestro cerebro almacena ciertos recuerdos gustativos y olfativos como si fueran piedras gigantescas que ni el mismísimo Cronos sería capaz de mover. Allí quedan, fijados a un momento concreto de nuestra vida, indisociables de nuestra vivencia y vinculados a una experiencia vivida que, a veces, sólo aquel sabor u olor pueden hacer revivir. Es así como, de repente, cuando menos lo esperamos, un bocado o un olor nos golpea bruscamente haciendo aflorar, a partir de un sabor o un olor muy particular, toda una serie de recuerdos que ni nosotros mismos sabíamos que teníamos. O quizá sí, como aquellos sabores u olores de cuando éramos pequeños, los cuales, al sentirlos de nuevo, nos cambian la cara y, por un momento, desconectamos del presente para revivir en nuestro interior un pasaje de nuestra infancia.
La crema de cacahuete me produce este efecto. Cada vez que la como, recuerdo veranos pretéritos en países de habla inglesa donde la comía a menudo, ya fuera para el desayuno, almuerzo o merienda. Era un producto de consumo poco habitual en nuestra casa y siempre lo asociaba con aquellas estancias en el extranjero. El tiempo fue pasando y aquellas estancias se terminaron, lo que condenó al olvido el recuerdo del sabor y untuosidad particulares que me producía la crema de cacahuete.
Durante muchos años el recuerdo permaneció adormecido hasta que, un buen día, decidí hacer crema de cacahuete casera. El motivo era estrictamente gastronómico: disponer de una crema más para los desayunos o meriendas de cada día, como la crema de avellanas y algarroba o la crema de avellanas y cacao que ya venía elaborando. Pero fue inevitable. El primera mordisco a la tostada untada con la crema de cacahuete casera activó mis circuitos neuronales con una celeridad inusitada hasta rescatar aquellas sensaciones que tenía cuando, al otro lado del mundo, me deleitaba comiendo tostadas de pan de molde con peanut butter and jam mientras procuraba aprender algo de esa lengua y su gente.
Ingredientes
200 g de cacahuetes tostados sin salar
Opcional: 15 g de aceite vegetal (de oliva virgen extra o de coco)
Opcional: 10 g azúcar de caña o miel
Opcional: 1 pizca de sal
Opcional: una especie al gusto, como canela
Preparación de la crema de cacahuete casera
- Triturar los cacahuetes con la picadora hasta obtener una pasta. A medida que vamos triturando los cacahuetes ya veréis como estos sueltan su grasa y se va formando una pasta untuosa.
- La crema de cacahuete podría acabar aquí pero tenemos la opción de añadirle algún ingrediente más para hacer que tenga una textura más untuosa (añadiendo algún aceite vegetal), un sabor más dulce (añadiendo azúcar o miel), potenciando el sabor (añadiendo sal) o aromatizándola (con canela u otra especie).
- Si queremos hacerlo, añadir el resto de ingredientes que queramos como el azúcar o miel, el aceite vegetal, una pizca de sal y, opcionalmente si queremos aromatizar la crema de cacahuete casera, un poco de la especie deseada. Volver a triturar hasta obtener una pasta homogénea.
- Guardar la crema de cacahuete casera en un tarro. Se conserva bien en la nevera entre una y dos semanas.
Si te ha gustado la receta de la crema de cacahuete casera
tal vez te gustará también la receta de la crema de avellanas y cacao. ¡Anímate a probarla! 😉