Gambas al ajillo

Hablar de un plato tan popular como las gambas al ajillo es un atrevimiento tan osado que quizás mejor ni intentarlo. Pocas cosas se pueden decir de estos platos que forman parte la del imaginario colectivo y están tan arraigados a la gastronomía de un pueblo. Bueno, cosas se pueden decir muchas, pero uno debe ser consciente del riesgo que corre en tal aventura. Errar en la dirección del comentario puede ser tan grave como añadir sal al café en lugar de azúcar. Errores caros que a menudo pasan factura, al estómago o al espíritu.
Ante este panorama más cierto que incierto, se debe aplicar la prudencia y la bondad. Un plato que ha sabido conservar la esencia durante tantos años y ha pasado de hogar en hogar como si fuera la herencia más preciada, algo bueno debe tener. La vasta popularidad crea, indefectiblemente, ligeras variantes adaptadas a los gustos particulares. Nada que decir. La simplicidad de las gambas al ajillo resulta inmutable y la esencia permanece inalterable.
A partir de ahí, cada uno que actúe como crea. No hay una verdad absoluta ni una receta inflexible y categórica. La base de todas ellas es la misma: gambas, aceite de oliva y ajo. A partir de aquí las variantes que comentábamos. Todas ellas respetables. Como decíamos, prudencia y bondad.
Ingredientes para 4 personas
500 g de gambas medianas
6 dientes de ajo laminados
1 guindilla seca (o cayena) laminada
Aceite de oliva virgen extra
Sal
Opcional: 1 cucharada de postre de perejil picado
Preparación de las gambas al ajillo
- Cortar las antenas largas de las gambas.
- Podéis pelar las gambas enteras o, como me gusta a mí, pelar sólo el cuerpo y dejar la cabeza y la cola. Así cuando las cozamos soltarán su jugo en el aceite y cuando nos las comamos, podremos apurar bien las cabezas.
- Retirar con cuidado el intestino de las gambas, aquel hilo oscuro que va de la cabeza a la cola.
- Pelar y laminar los dientes de ajo. Limpiar y laminar también la guindilla.
- En una cazuela de barro o sartén pequeña, poner aceite de oliva abundante (medio dedo aproximadamente) y confitar a fuego muy lento el ajo y la guindilla, entre 5 y 10 minutos, vigilando que no se tuesten ni se quemen.
- Añadir las gambas a la cazuela o sartén, salar muy ligeramente, esperar medio minuto, apagar el fuego y tapar la cazuela (si utilizáis gambas muy grandes, alargar la cocción unos segundos más). Dejar que las gambas se acaben de cocer con el propio calor del aceite caliente. Las gambas son un marisco muy delicado que conviene no cocer mucho si se quiere disfrutar de todo su sabor y textura.
- Servir las gambas al ajillo en la propia cazuela o sartén, opcionalmente con un poco de perejil picado por encima.
- Las gambas al ajillo son ideales para acompañar con pan. El aceite mezclado con el jugo que sueltan las gambas es buenísimo.
Si te ha gustado la receta de las gambas al ajillo
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