Falafel casero
Hace unos años la cocina libanesa o de otros países de Oriente Medio era una cocina bastante desconocida para la mayoría. Salvo algunos restaurantes aislados, no era muy frecuente cruzarse uno. Había que tomar una decisión consciente para ir, y buscar y rebuscar donde se ofrecían estos platos singulares. Todo ello cambió a finales del último siglo y muchas ciudades, casi de un día para otro, incluso pueblos no muy grandes, vieron como los restaurantes libaneses crecían como setas. Los shawarma, durum y döner kebabs, todos ellos platos similares pero con ligeros matices en función de su procedencia, se hicieron especialmente populares entre los jóvenes y, de paso, entre el resto de la sociedad. Hecho que ya se había producido años atrás en otros países europeos como Alemania e Inglaterra y que, como tantas otras cosas, tarde o temprano tenía que llegar a nuestro país.
Entre los platos populares que empezaron a sonar desde entonces encontramos el falafel: unas bolas ligeramente aplastadas hechas con garbanzos, un poco de cebolla y ajo y bien condimentadas con hierbas y especias. Una masa que se acaba friendo por inmersión para cocerla y darle el característico toque crujiente que tanto gusta. El falafel no es nada complicado de hacer y resulta exquisito acompañado de una ensalada, hummus (crema de sésamo y garbanzos), mutabal (crema de berenjenas) o tzatziki (salsa de yogur). Ahora que se reivindica tanto el consumo de legumbres, por sus excelentes propiedades nutricionales, vale la pena tener en cuenta este plato.
Ingredientes para 32 piezas de falafel casero
500 g de garbanzos secos
Un chorro de aceite de oliva virgen extra
½ cebolla grande
2 dientes de ajo
1 c.p. de bicarbonato
1 vaso pequeño de hojas de perejil
1 vaso pequeño de hojas de cilantro
1 c.p. de comino en polvo
1 c.c. de pimienta negra
1 c.p. de sal
Aceite de oliva virgen extra para freír el falafel casero
Preparación del falafel casero
- Poner los garbanzos en remojo el día antes (un mínimo de 12 horas).
- Pasado este tiempo, escurrir los garbanzos y secarlos bien. Es importante que no les quede agua porque sino después la pasta queda demasiado húmeda y cuesta formar los falafels.
- Poner los garbanzos escurridos y secados en un bol con la cebolla y el ajo picados (no es necesario que sean trozos muy pequeños), añadir un poco de aceite de oliva y triturar con la batidora eléctrica. Se debe triturar bien, intentando que no queden trozos o garbanzos enteros.
- Añadir el bicarbonato y mezclar.
- Limpiar las hojas de perejil y cilantro, secarlas bien con papel de cocina, picarlas y incorporarlas a la pasta de garbanzos.
- Añadir el comino, la pimienta negra y la sal y mezclarlo con la pasta.
- Dejar reposar la pasta un mínimo de 30 minutos.
- Formar bolas, redondas o ligeramente aplastadas, del tamaño de una pelota de ping-pong.
- Calentar abundante aceite de oliva en un cazo, idealmente para que las bolas de falafel queden sumergidas, y freír el falafel a fuego medio durante un par de minutos por cada lado, hasta que veamos que queda bastante dorado. Si el fuego está demasiado fuerte el falafel se tostará enseguida y no se cocerá lo bastante por dentro.
- Reservar el falafel casero frito sobre papel de cocina para que absorba el exceso de aceite.
- El falafel es ideal para comer solo, acompañado de hummus (crema de sésamo y garbanzos), mutabal (crema de berenjenas) o tzatziki (salsa de yogur) o dentro de pan de pita con lechuga, cebolla y tomate.
Si te ha gustado la receta del falafel casero
tal vez te gustará también la receta del tabulé del Magreb. ¡Anímate a probarla! 😉
AnaCocinitas
19 febrero, 2018 @ 22:38
Como me gusta. Nada más pueda Lis hago y te cuento
Pau
23 febrero, 2018 @ 23:06
Venga Ana!! Así me cuentas si te quedan como querías. 🙂